viernes, 9 de marzo de 2018

Duelo, culpa, perdón - Volviendo a cuidarme.

La culpa, ¡ay la culpa!, la tenemos tan intrínseca en nuestra vida, como mujeres, como madres, como madres en duelo. Y la culpa a veces es tan fuerte, tan tediosa, que controla por completo nuestra vida.

Culpa por no llevar un embarazo perfecto, por no haberte cuidado, por no haber comido mejor, por no haber andado más, por no haberle hablado lo suficiente, por no haber hecho caso a sus patadas, por no haber escuchado a tu instinto, por no haber insistido en urgencias, por no haber ido a urgencias, por no haber sabido protegerle, por haberle perdido… repasamos cada movimiento, cada interacción, yo creo que fue aquí cuando pasó, yo creo que eso fue lo que hice mal, buscamos culpables y nos mortificamos hasta casi agonizar de dolor.

Cuando pierdes un bebe, es curioso cómo la gente, sin conocimiento, tiende a “aconsejar” bueno ahora te vuelves a quedar enseguida, mujer legrada mujer embarazada, tenéis que ir a por otro, lo mejor para superarlo es tener a otro bebe en brazos.

Lo siento pero NO se supera y NO, un clavo NO saca a otro clavo.

Y entonces, un día, puede que llegue el momento en el que vuelves a ver el positivo, quizás demasiado pronto, no estabas preparada para pasar por todo otra vez, quizás se hizo esperar demasiado y lo deseas tanto que casi duele…  y hay alegría sí, pero también hay mucho miedo y sobre todo CULPA, culpa por querer, desear, ese nuevo bebe, culpa por no poder quererle tanto como al que ya no esta, culpa incluso por rechazarle. Culpa por no poder hacer lo mismo que en embarazos anteriores, culpa por no poder borrar ni un instante a tu estrella de tu mente, culpa por olvidarla aunque sea un segundo, culpa por sentir que la estás reemplazando, culpa, culpa, culpa.

Sin darte cuenta entras en una espiral de culpa desbordante, que te absorbe, que te embulle, que te corroe por dentro y destroza tus entrañas. Y cuando la culpa y el dolor se unen con esa pasión enfermiza, nos comportamos sin querer de forma cruel, con los que nos rodean, con los que queremos, pero sobre todo con nosotros mismos. Nos castigamos, para sobrellevar el dolor, para soportar su perdida. Porque es lo que nos han enseñado, porque tienes que pagar por tus actos y errores. Y sin apenas pensarlo encuentras cientos de formas de autoflagelarte.

En mi caso deje de cuidarme, me había cuidado tanto durante el embarazo, para finalmente, no tenerla conmigo, que para que iba a continuar haciéndolo. Si no había sabido protegerla, si no había podido cuidar a Emma, no merecía cuidarme yo.  Deje de comer bien, deje de arreglarme, deje de ponerme cremas, de atender mi pelo, me deje, me abandone. Porque era mi castigo, porque no merecía otra cosa más que el abandono y el olvido en el más oscuro agujero de mi mente. Cuando me quedé embarazada de mi pequeña arcoíris, el castigo no terminó solo se transformó, tenía que cuidarme por ella, pero había muchas otras formas de cumplir mi pena. Y una vez que la Bizcochilla nació sana, sin darme cuenta continúe mi penitencia.

En apenas una semana hará 2 años que Emma se fue. Hoy hace 2 años, dos largos años que nos dijeron que no podríamos tenerla. No la he olvidado, no he superado nada, pero poco a poco estoy aprendiendo a vivir sin que el dolor me consuma y a perdonarme.

Ojo a la palabra PERDONARME

Porque es la única forma de mantener la culpa a raya, de recuperar la serenidad y volver a sonreír de verdad. Porque todo proceso de duelo lleva implícito el perdón, pero si hablamos de duelo gestacional y perinatal, perdonarse y reconciliarse con uno mismo es una ardua tarea. No solo necesitamos aceptación, deseo y voluntad para hacerlo sino que implica todo un recorrido interior, enfrentarnos a nuestros miedos, tristezas, enfado, desilusiones… Ese ansiado perdón, puede llegar de muchas formas dependiendo de nosotros y nuestras creencias, puede ser personal, espiritual, o de un profesional... pero es necesario que llegue.

Perdonarme creo que es una de las cosas más complicadas que estoy haciendo, o tratando de hacer, no es fácil dejar la culpa atrás. Y para ello me estoy poniendo pequeñas metas, pequeños logros. Porque creo que, una de las mejores formas de aceptar mi perdón es volver a cuidarme, sin culpas, sin remordimientos, sin motivos, solo cuidarme.  Hace unos días mi querida Cristina Quiles lanzó el reto #reboniqueándome y creo que es el empujón que necesitaba. Si queréis ver mis progresos los publicaré en las rrss con este hashtag.

Si habéis pasado por algo similar u os encontráis en un momento de búsqueda de perdón sea cual sea el motivo, os invito a reflexionar, a aceptar lo sucedido y liberar el pasado. Porque fuera o no tú culpa, ya has cumplido la condena, has pagado por todo lo que pudieras haber hecho. Yo he elegido seguir adelante, liberarme de la culpa que oprime mi pecho y me impide respirar con normalidad. ¿Qué eliges tú? ¿Me cuentas como te perdonaste o te estás perdonando?

6 comentarios:

  1. La culpa, ¡maldita culpa! Creo que la maternidad está llena de sentimientos de culpabilidad. Nos enseñaron que Eva mordió la manzana y a partir de allí todo fue mal. Me alegro que poco a poco vuelvas a sonreír.
    Un abrazo enorme!!

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  2. Yo hice un post sobre la culpa, la que sentimos las madres a cuyos hijos diagnostican algo como a la mía. Pero el fondo es parecido. Un abrazo muy fuerte y un beso a tu estrella Emma.

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  3. Yo pensé que ya me había perdonado a mí misma y hace unos días me di cuenta que no. En septiembre del año pasado tuve un aborto diferido, nadie me explico nada, nadie se preocupó del dolor que sentí y siento porque claro, esto es algo súper normal y que les pasa a muchas (entiéndase mi ironía). En febrero vi de nuevo el positivo, mucha ilusión pero mucho más miedo. Me sentí conectada con este nuevo bebé desde el minuto cero, siempre sentía que estaba ahí hasta que esta misma semana, algo me decía que no había "conexión". Llevaba sangrando desde la semana 5 por un pólipo que no afectaba al bebé pero un sangrado más llamativo a principios de esta semana me puso en alerta. Dos días después me confirmaron que el corazón se había parado, es más, se acababa de parar hacia nada porque estaba de las medidas que tocaba. Hoy me hacen el legrado después de dos días en casa sin parar de llorar y de sentirme culpable. Se que no hice nada mal, no excedí en nada, pero aún así, siento que no he podido cuidar de nuevo de este bebé y siento que este duelo va a ser peor que el anterior. Como bien dices, esto no se cura nunca y un clavo no saca a otro clavo. Perdón por el desahogo.

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  4. Qué difícil controlar la dichosa culpa y cuánto daño hace. Debe ser muy duro. Reboniquéate por ti y por los tuyos. Parece una tontería pero es importante para sentirse bien. Yo arrastro ahora kilos de más de vivir con ansia con un peque que no me deja ni a sol ni sombra y de estar agotada. Incomparable con lo tuyo, pero lo comento en el sentido de tener que cuidarse.

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  5. La culpa es algo que no nos deja vivir pero hay circunstancias que nos hacen sentir así inevitablemente. Un abrazo!

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  6. Yo también estoy en ese proceso de perdonarme, porque sabía que algo andaba mal pero confié en los doctores, porque los últimos días el exceso de trabajo me hizo no contar los movimientos de mi bebé, y fui a hacerme un ultrasonido, quien iba decir que era el último en que iba a ver a mi bebé con vida, que iba a escuchar su corazón latir. Me dijeron que todo estaba normal, y yo confié pero en el fondo sabía que algo no estaba bien, un día después tras empezar el trabajo de parto el corazón de mi bebé dejó de latir, y han sido muchos días los que le he dado vueltas a todo, pensando en todos los hubiera para que el pudiera estar vivo, la tranquilidad a veces llega y he comenzado a creer que no pude haber hecho nada para evitarlo pero aún así el dolor no se va :( un abrazo a todas

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